sábado, 25 de octubre de 2008

Krzysztof Wodiczko



Wodiczko es un diseñador industrial que ha realizado diversos proyectos de unos vehículos, similares al típico carrito de la compra destinados supuestamente a los homeless americanos. Sus diseños aportarían algo así como un vehículo que dispone de espacio para almacenar ropa, también para cartones, botellas, botes recogidos de la basura..., y un habitáculo plegable para dormir si no es posible encontrar otro lugar.

Dos temas interesantes:

-El autor no proviene directamente del mundo (como si fuera un lugar exlusivo y limitado) del arte, sino que su formación es de diseñador industrial.

-El objeto creado supuestamente estaría destinado para la fabricación en serie y la venta o donación a los homeless. Pero se trata de un objeto que se expone en los museos, creando reacciones contradictorias en los que lo observan: Hay quien lo analizaría con detenimiento pensando en la mejor o peor funcionalidad, hay quien lo rechazaría desde un punto de vista moral.
Además está el objeto en sí, que como mínimo, resulta una caricatura despiadada. Y las imágenes que lo acompañan, el vagabundo con su flamante y brillante vehículo paseando frente a la Trump Tower (claro que esto no es el asunto).

Creo que lo interesante está en la medida en que los objetos de arte, que se exponen en los museos, y que se fabrican hoy en día, necesariamente traspasan el coto privado y cerrado del arte, e integran diversas lecturas. Como hablamos en clase, no es posible entender el museo como lugar de distanciamiento, y con el prejuicio de quien ha accedido a un nivel de comprensión del lenguaje que el artista despliega. En este caso, y otros similares, es precisamente el artista quien juega con ese prejuicio, mostrándonos la inutilidad intrínseca de lo que se expone, puesto que el problema real a resolver, es otro: según la ONU, si se cumplen los "Objetivos del Milenio" http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/ no será posible eliminar la pobreza extrema probablemente hasta el 2050. Por ello, puesto que este objeto no tiene ningún valor, se trata de una ironía, podemos entender que nuestro lugar en el museo como espectadores está condicionado por un prejuicio respecto a lo que es arte y lo que no. El museo sigue siendo un lugar para el arte, pero éste ya no es más algo que pertenece a un territorio limitado, sino que está contaminado y difuso, y quien lo realiza ya no es un artista, y ya no va dirigido al príncipe, sino a cualquiera.

Bueno, que no decaiga... Os dejo una dirección de blog parecido a este pero algo más "currado", aunque sobre este tema hay cientos en internet:

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